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23 de junio de 2016

Las seis reglas de oro para planificar la jubilación




Uno de los grandes males de la pequeña y mediana empresa (pyme) es la incapacidad de sus dirigentes de ir más allá del día a día, es decir, de pensar a largo plazo por lo tanto de planificar estratégicamente. Esta problema suele coartar sus posibilidades de crecimiento y en ocasiones llevarla a la disolución. Evidentemente el ser humano no es como una empresa, pero demuestra las mismas carencias en determinados aspectos y su capacidad para planificar el futuro en el largo plazo es una de ellas. Algo lógico, dado que "nuestra evolución nos ha preparado para lidiar con hechos inmediatos. En la intemperie, donde nuestra especie ha estado cientos de miles de años, se sobrevivía estimando consecuencias inmediatas y poco sutiles: si vienes el tigre, corre, si haces una lanza, comerás carne. Así que pensar estratégicamente es antinatural, porque hay que tener en cuenta el largo plazo", expone el blog
Estratega.com.
Unos cuantos siglos de civilización han servido para acallar en parte ese instinto de inmediatez y desarrollar la parte más analítica, que es precisamente la que distingue al hombre de los animales. Sin embargo, en muchos ámbitos seguimos sin ser todo lo previsores que deberíamos y la planificación de nuestra jubilación es una de ellas. Al igual que en la mayoría de países del Viejo Continente, nos hemos acostumbrado a depender del Estado en muchos apartados de nuestras vida y el de la manutención tras la jubilación es una de ellas. Pero con apenas plantearse dos preguntas es fácil ver la necesidad de planificar la vida más allá del trabajo y tomar cartas en el asunto:

1- Vivimos más y gastamos más
En la página web The Montley Fool lo explican de la siguiente forma: "esta no es la jubilación de tus padres". Por muy directo que pueda parecer es totalmente cierto. La esperanza de vida está aumentando a un ritmo vertiginoso. De hecho, la media se encuentra en tono a los 80 años, dos más que en 1995, lo que sirve para hacerse una idea de hasta qué punto disponemos de más tiempo tras la jubilación. Pero no sólo se trata de un tema disponibilidad temporal, sino de toda una revolución socio demográfica. Y es que no sólo vivimos más, sino que lo hacemos en mejores condiciones desde un punto de vista estrictamente físico.
Estas mejoras en la salud y las expectativas de vida conllevan a un aumento de la actividad y un estilo de vida totalmente diferente al de hace tan solo una década que, evidentemente, hay también es más caro. De esta forma, si antes raro era el caso de quien gastaba todo lo ahorrado para la jubilación, ahora ocurre más bien lo contrario. Además, el continuo aumento del precio de la vida no juega precisamente a favor de un cambio en esta tendencia. Por eso, es necesario lograr más dinero para afrontar con garantías la jubilación.
2- Una batalla en solitario
Los ciudadanos europeos tienden a pensar que si todo falla, siempre podrán recurrir al Estado, pero no hay que estar tan seguro. Evidentemente, la Seguridad Social seguirá siendo un bastión en lo que a pensiones de jubilación se refiere, pero ¿hasta cuándo y dónde? España es uno de los países con menores índices de natalidad, lo que hace que su población envejezca más rápido que en otros países vecinos. La traducción de este fenómeno en materia de jubilación es que cada vez menos contribuyentes tendrán que pagar las pensiones de más jubilados y en teoría llegará un punto crítico donde el sistema no se sostenga por sí mismo (de hecho, el Gobierno ya ofrece beneficios fiscales a quienes alarguen su vida laboral más allá de los 65 años). Todavía estamos lejos de ese momento y difícilmente llegaremos un punto en el que el Estado deje de pagar. El problema será más bien la cuantía de esas pensiones, que posiblemente no sirva para cubrir el coste de la vida.
Algunos pocos afortunados también cuentan con un plan de pensiones en su empresa que sirve como complemente al de la Seguridad Social. Sin embargo, el aumento de la movilidad en materia laboral hace que este tipo de herramientas pierdan parte de su valor, ya que hoy en día raro es el trabajador que permanece suficiente tiempo en una misma compañía como para que estas gratificaciones sean significativas.
Así las cosas, el gran bastión para cualquier persona deben ser sus propios ahorros. Por fortuna, y a diferencia de los dos puntos anteriores, es posible ejercer un control total sobre este activo, que debe ser la pieza principal para asegurarse una jubilación digna.
3- Mejor 'mover' el dinero
La capacidad de ahorro de cada persona será la que determine en buena medida el tipo de jubilación que obtendrá, pero existen otras variantes. La cantidad es importante, pero todavía lo es más que ese dinero esté en movimiento, es decir, obtener un rendimiento del mismo. Muchos ahorradores piensan que con la contratación de un plan de pensiones ya han resuelto su jubilación, pero esto sólo es una verdad a medias. Conviene hacer un seguimiento detallado y sobre todo activo de ese capital. No hay por qué 'dejar todos los huevos en una misma cesta' durante un tiempo indefinido. Existen multitud de opciones que el gran público desconoce simplemente porque no se ha molestado en informarse en su entidad bancaria habitual.
4- Nunca es pronto, pero tampoco tarde
Uno de las grandes incógnitas que abordan a cualquier ahorrador es cuándo empezar a planificar su jubilación. Lo ideal según los expertos es hacerlo entre 20 y 25 años antes del retiro. Sin embargo, hay que tener en cuenta una máxima: cuanto mayor sea el plazo de inversión mayor será rentabilidad. Según datos de un estudio realizado por TNS para la gestora de fondos Fidelity, sólo un 20% de los menores de 35 años ha comenzado a prepara la jubilación. En general, los españoles son poco dados a planificar su retiro (apenas un 37% lo hace) y por lo tanto pierden parte de la ventaja de estas 'inversiones' a largo plazo. Sin embargo, hay que recalcar que nunca es tarde para ahorrar. Sólo habrá que seguir una estrategia distinta y posiblemente más agresiva.
5- Diversificar y definir la estrategia
Muchas personas ven la planificación de su retiro como una inversión en una sola dirección: plan de pensiones, cuando la realidad es mucho más amplia. Existen multitud de vehículos de ahorro en función del perfil, plazos y objetivos de cada persona. El error más común suele ser apostar por un plan de pensiones demasiado conservador o demasiado agresivo. En este contexto, siempre y cuando exista suficiente margen temporal, lo ideal es crear una estrategia equilibrado donde la inversión esté suficientemente diversificada (bonos, acciones, letras...).
En líneas generales, es más sencillo rentabilizar una inversión a tan largo plazo, al igual que en estos periodos la Bolsa es lo más rentable en términos estadísticos. Según el libro Stocks for the Long Run ('Acciones para el largo plazo' traducido al castellano) los títulos de bolsa superan en un 80% de las veces a los bonos por una diferencia del 90% en periodos de 10 años, margen que aumenta al 100% cuando se sube hasta las tres décadas. Lo bueno de invertir muy a largo plazo es que permite recuperarse de posibles errores y asumir una estrategia algo más agresiva con un menor riesgo.
Normalmente cuanto más cercana está la edad de jubilación más conveniente es reducir el riesgo, asumiendo, claro está, que se haya comenzado a ahorrar con tiempo. En caso contrario habrá que plantearse si conviene apostar fuerte para asegurarse un retiro algo mejor o contentarse con una rentabilidad más modesta y un retiro algo más apurado.
6- Ventajas fiscales
La inversión y ahorros para la jubilación se relacionan siempre con un dinero que no se puede o debe tocar (en la mayoría de casos existen penalizaciones por reembolso anticipado), pero también se trata de inversiones de las que se puede sacar provecho anualmente a través de las ventajas fiscales que llevan aparejadas. Consciente de que no siempre podrá mantener el nivel de vida de los jubilados, desde el propio Gobierno se incentiva el ahorro para la jubilación. Los planes de pensiones son el mejor ejemplo, ya que las aportaciones a los mismos son deducibles (siempre dentro de unos límites) y, de hecho, son uno de los vehículos más utilizados por los españoles para rebajar su factura fiscal.
En cualquier caso, conviene no tomar a la ligera el ahorro/inversión para la jubilación, ante el que cabe un último consejo: ser avaricioso. Todo euro ganado servirá para evitar sobresaltos después de una vida de trabajo.
Autor. José Trecet. Analista financiero de Financialred.com