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11 de septiembre de 2015

10 sabios consejos para vender mejor


La venta es una actividad que es más compleja cada día. Por ello que el cliente es más profesional, es menos accesible, está mejor informado y mucho más riguroso y escéptico.

Además, vemos que el mercado se caracteriza por una constante innovación, con reducción de los márgenes, con ciclos de vida más cortos de los productos y la agresividad de la competencia.

Bajo estas circunstancias, la profesionalidad de los vendedores son esenciales herramientas en la cuenta final de resultados de las empresas. 

Por ello, es conveniente que se preparen adecuadamente y definir algunas pautas de actuación.

Consejos para vender mejor

Al respecto, Mónica Mendoza, psicóloga y fundadora de la consultora Energivity, ofrece en su libro Lo que no te cuentan en los libros de ventas”, ciertos consejos para mejorar las ventas.

1. Es más importante lo que se transmite que lo que se dice

Mendoza defiende que no basta con la obsesión que se debe tener con el manual de venta; el profesional debe preocuparse de los sentimientos que despierta.

De la misma manera que el viajero recuerda las sensaciones que le ha transmitido el viaje, el cliente solamente recordará algunas ideas transmitidas en el discurso de venta, por ello es importante causar la mejor impresión: cuidar la vestimenta, las expresiones, los movimientos, la actitud, etc.


2. Si no se genera confianza o empatía, de nada servirán las técnicas

Ante la elevada competencia, la mejor herramienta de venta es la llamada “inteligencia comercial”, es decir, conocer al cliente antes de venderle algo. 

Y para ello es necesario que les tenga confianza y generar empatía, lograr buena sintonía en la conversación, usar una sonrisa sincera, tener simpatía, entre otros aspectos.

El objetivo es fidelizarlo lo que permitirá que el vendedor logre conocer sus verdaderas necesidades para lograr el mayor éxito en las ventas.

3. El cliente pone a prueba en los dos primeros minutos

En estos minutos es el momento de ganar fiabilidad y credibilidad. Para Mendoza “no se trata de creer en el producto, sino de hablar con convicción”.

Y es que si se carece de autoridad, no hay convicción y, menos aún, ventas. 

Por ello se calcula que hay un promedio de dos minutos para lograr captar su atención y evaluar la oferta.

4. Tenemos más o menos credibilidad en función del contexto

Si se va a vender de debe tener en cuenta el contexto en el que se muestra, y si ese contexto es el acertado al producto.
Por ejemplo, la recomendación de un médico no será valorada si lo ofrece en un bar que en un hospital. 

De la misma manera, el vendedor no actuará igual si ofrece una producto poco necesario que uno impresindible. 

Aquí lo importante es estar consciente que el contexto va a influir en la credibilidad.

5. Los esquemas mentales tienen un poderoso efecto en la venta

Si desde la infancia venimos creciendo asimilando apreciaciones más o menos aceptadas por la mayoría, de ahí que un vendedor los tenga más fácil si su imagen responde a tales esquemas mentales que son aceptados.

Por cierto, estos arquetipos funcionan en muchas personas por lo que el vendedor debe ser consciente de ellos, pues como vendedor se puede aprovechar a su favor los esquemas mentales de sus clientes.

6. Cuando hay motivación, no hay dolor

La autora señala en su libro que existe mucha relación entre la motivación y la venta. 

Se ha visto que todos actuamos en función de las expectativas, por lo que la actitud para el desempeño de la tarea está condicionada por lo que uno cree capaz de hacerlo. 

Entonces, en una actividad muchas veces dura como es la venta es clave mantener viva la ilusión.


7. No es necesario creer en un producto para venderlo

Mendoza también argumenta en su libro que el vendedor pura sangre no necesita creer. 

Ella reconoce que ofrecer el mejor producto facilita la tarea, pero es un privilegio al alcance de unos pocos. 

La recomendación es la autogestión, convencerse que se ofrece un producto que será de gran utilidad al cliente.

8. La técnica de la espera

En la obra se pone el ejemplo de otra de las técnicas de venta.

Es el caso de una cadena de óptica donde la vendedora siempre pregunta a los clientes con la fallida frase “¿le puedo ayudar?

Para Mendoza esta es una pregunta “suicida”, ya que la gran mayoría contestará con un “no gracias, solo estoy mirando”, lo que no permite la continuidad en la conversación. 

En todo caso, lo más recomendable es esperar que el cliente se pruebe algunos modelos de anteojos para luego acercarse y hacer un comentario sobre el tipo de modelos que mejor le asienta a su rostro.

9. Identificar al comprador ‘egipcio’ y no perder tiempo

Mendoza explica en el libro que el comprador “egipcio” es el que acepta sobornos de un vendedor para comprarle solo a él con el objeto de obtener un beneficio.

Por ello es que indica que no hay que perder tiempo con él, pero tampoco olvidar de realizar un seguimiento de la empresa, porque quizás un día lo despiden, lo cambian o lo jubilan y tal vez el nuevo sea el que compre. 

Por ello es que hay compañías que para evitar este fenómeno cambian al jefe de compras cada cierto tiempo.
 

10. Ir por delante del mercado tiene un alto precio

Se ha visto que muchas empresas buscan productos novedosos que les permita el acceso a mercados poco competitivos, pero cuando lo encuentran puede suceder que el cliente aún no tenga esa necesidad porque el mercado aún no se encuentra maduro. 

La conclusión es que la venta de ese ovedoso producto se transforma en un calvario.

Fuente: contunegocio.es


13 de julio de 2015

Habla que igual no te escucho !!!

Dice un proverbio Irlandés  que Dios nos dio 2 orejas y 1 sola boca para que escuchemos el doble de lo que hablamos. A mí me parece un proverbio muy acertado.

La escucha es un elemento fundamental en la venta.  
En el intercambio comercial, sólo el cliente conoce las motivaciones de compra de un producto o servicio, y  escuchándole es la única manera que tenemos de descubrirlas. 
Pero no nos equivoquemos, escuchar no es estar esperando sin decir nada, o  pensando en nuestra respuesta hasta que calle nuestro interlocutor para entonces soltarle toda el parlamento que teníamos pensado (incluso antes de que empezara a hablar). No, la escucha activa es mucho más que eso.

Escuchar no siempre es fácil. 
Nos vamos a encontrar con dificultades, obstáculos y, quitando los problemas puramente físicos (ruidos, incomodidad, interferencias…), casi todos estos obstáculos vienen de uno mismo, de nosotros, del oyente. 
Podríamos hablar de unos cuantos aquí, pero si tengo que destacar uno de estos problemas, sería la INFERENCIA.  
¿Qué es la INFERENCIA? Es la transformación  de la información recibida mediante la asociación de ideas y la incorporación de otras procedentes de nuestra deducción. 
Es decir, complementar la información recibida con nuestros juicios e ideas de manera que lo que realmente percibimos no tiene nada, o poco que ver con lo que nos han contado. 
Así que evitemos esto en nuestro proceso de escucha.

Entonces, ¿qué hemos de hacer en una entrevista comercial para tener una buena escucha activa?  
Yo destacaría lo siguiente:

1 #Toma notas. Esto aporta seriedad, seguridad a nuestro interlocutor de que lo estamos escuchando y a nosotros de que no nos perdemos información importante en el proceso.  Eso sí, anota palabras clave, conceptos importantes, no se trata de que hagas una redacción de lo que te están explicando.

2 #Pon los 5 sentidos y muestra interés sincero por lo que te están explicando. Escucha su problema u objeción sin filtros, préstale atención, fija tu mirada en él, utiliza un lenguaje corporal receptivo y de escucha.

3 #Muestra empatía. Esto es clave siempre y nos sirve para todo. Ponte en su lugar, identifícate con él, siente como siente él y vive su problema, así seguro que encontrarás una solución más fácil y cercana.

4 #Prepárate. Lleva escritas las preguntas que le quieres hacer y qué información te quieres llevar. Si dominas el método puedes preparar incluso una Matriz de escucha. Hemos venido a escuchar al cliente. Pero ojo, centrémonos en lo que nos interesa, está bien hablar de cualquier otro tema antes o durante (para romper el hielo, desviar algún tema, etc…) pero no olvidemos a lo que hemos venido.

5 #Utiliza el Backtraking. Es una técnica milenaria que en castellano conocemos como… resumen. Resume tus notas y todo lo que habéis discutido e intenta que sean con sus propias palabras. De esa manera te aseguras 2 cosas: demuestras a tu interlocutor  que le has estado prestando atención  y  a ti que te ha quedado claro todo lo que habéis discutido.

La escucha activa es difícil, y podríamos escribir infinidad de cosas sobre ella, pero si realizas estas 5 tareas en tu próxima visita comercial (y las siguientes) ya verás cómo tu escucha mejorará. 
 ¡Anímate, sal a vender y practica! 
Fuente: 
Rodolfo Alonso - Barcelona - Julio 2015

8 de junio de 2015

Analfabetos emocionales

Ser analfabeto emocional es ser incapaz de reconocer, entender, aceptar y
gestionar las emociones propias y ajenas.

En la actualidad, a pesar de poder tener fácil, rápido y cómodo acceso a la formación y a la información, seguimos sin ser personas más equilibradas psicológica y emocionalmente, ya que sigue existiendo una asignatura pendiente: el aprendizaje emocional. Seguimos siendo incapaces de controlar y gestionar adecuadamente las emociones.

Y cuando menos, resulta curioso que en las redes sociales, muchos dicen querer cambiar el mundo, y sin embargo, pocos dicen querer cambiarse a sí mismos. 

¿Demagogia, ignorancia o ambas?

¿Por qué no somos inteligentes emocionales?

Existe una etapa idónea para aprender a gestionar asertivamente las emociones, la cual se correspondería con las etapas iniciales de la vida: la niñez, la adolescencia y la juventud; aunque esta idoneidad no afirma que no podamos iniciar el aprendizaje emocional en etapas más tardías de la vida. 

Hoy la neurociencia nos ha explicado la plasticidad del cerebro. Plasticidad que permite que el aprendizaje y el cambio se puedan realizar a cualquier edad. 

Vamos, que no hay disculpas plausibles para no aprender en cualquier momento de la vida. Y doy fe que se puede realizar a través de los múltiples coachees con los que he tenido el privilegio de trabajar.

Diversas investigaciones confirman que los niños desde muy pequeños son capaces de leer, comprender e incluso manipular las emociones de las personas que les rodean, sobre todo las de los adultos. 


Entonces, ¿qué ocurre posteriormente? 

Que desarrollamos el sistema cognitivo, la zona del cerebro relacionada con las matemáticas, la lengua, etc... y sin embargo, no desarrollamos el sistema límbico, la zona del cerebro relacionada con las emociones. 

Este aprendizaje se debería realizar en la familia y en el colegio, enseñando a resolver los conflictos de la forma adecuada desde pequeños. 

Y aquí es donde "con la iglesia hemos topado querido Sancho" que diría nuestro afamado hidalgo Don Quijote.

Como consecuencia, es frecuente encontrar a muchos adultos incapaces de relacionarse adecuadamente, porque no han aprendido a relacionarse consigo mismos y con otras personas de una forma asertiva. 

Estos adultos tenderán a culpabilizar a los demás de sus errores, fracasos y frustraciones, evitando el autoconocimiento y la responsabilidad de sus actos. Y con la sociedad hedonista en la que nos encontramos, donde el "yo" y el "ahora" es lo más trascendental, tenemos el caldo de cultivo idóneo para eximirnos de cualquier responsabilidad.

¿En qué se basa el aprendizaje emocional?

El aprendizaje emocional se basa en 5 puntos:

1. Empatía: ser capaces de reconocer, aceptar y comprender las emociones ajenas sabiendo ponerse en el lugar del otro y aceptando a los demás tal cómo son.

2. Habilidades sociales: gestionar las emociones de forma asertiva para lograr lo mejor de cada uno. Una persona que tiene entrenadas las habilidades sociales, será capaz de actuar como mediador en los conflictos interpersonales, de asumir el liderazgo de los grupos y de dar apoyo emocional a quién lo precise.

3. Autoconciencia: aprender a reconocer las emociones, es decir, saber diferenciar la tristeza de la depresión, la ansiedad del abatimiento... y sobre todo, ser capaces de explicar su origen y por qué y cuándo se suscitan.

4. Autocontrol: aprender a gestionar las emociones negativas, es decir, controlar la ira, la irritabilidad, liberarse de la depresión...

5. Automotivación: aprender a plantearse objetivos, así como favorecer emociones positivas que faciliten la consecución de los mismos.

¿Para qué sirve la inteligencia emocional?

Sin Inteligencia Emocional no se está capacitado para dirigir equipos y/o vender
de la forma en que hoy es necesario. 

Quienes ocupen estos puestos, deberán asumir su déficit e iniciar el cambio, o tendrán que dejar el puesto a otra persona más inteligente emocionalmente.

La Inteligencia emocional sirve para aceptarnos y aceptar a los demás. Es el aceite que suaviza las relaciones interpersonales, haciéndonos expresar las emociones de la forma adecuada ante cualquier eventualidad o conflicto.

• En el ámbito profesional, es esencial para crear un buen clima laboral y que las relaciones fluyan en buena dirección. Sin ella, es difícil que haya motivación, eficiencia y productividad durante mucho tiempo.

• En el ámbito personal, si bien cada uno es libre de autodestruirse como más le guste, nadie es libre para dañar a los demás. 

Sin ella, no existen las relaciones sanas y cordiales.

Es un aprendizaje que merece la pena.

Fuente:Francisco Helguera