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8 de junio de 2015

Analfabetos emocionales

Ser analfabeto emocional es ser incapaz de reconocer, entender, aceptar y
gestionar las emociones propias y ajenas.

En la actualidad, a pesar de poder tener fácil, rápido y cómodo acceso a la formación y a la información, seguimos sin ser personas más equilibradas psicológica y emocionalmente, ya que sigue existiendo una asignatura pendiente: el aprendizaje emocional. Seguimos siendo incapaces de controlar y gestionar adecuadamente las emociones.

Y cuando menos, resulta curioso que en las redes sociales, muchos dicen querer cambiar el mundo, y sin embargo, pocos dicen querer cambiarse a sí mismos. 

¿Demagogia, ignorancia o ambas?

¿Por qué no somos inteligentes emocionales?

Existe una etapa idónea para aprender a gestionar asertivamente las emociones, la cual se correspondería con las etapas iniciales de la vida: la niñez, la adolescencia y la juventud; aunque esta idoneidad no afirma que no podamos iniciar el aprendizaje emocional en etapas más tardías de la vida. 

Hoy la neurociencia nos ha explicado la plasticidad del cerebro. Plasticidad que permite que el aprendizaje y el cambio se puedan realizar a cualquier edad. 

Vamos, que no hay disculpas plausibles para no aprender en cualquier momento de la vida. Y doy fe que se puede realizar a través de los múltiples coachees con los que he tenido el privilegio de trabajar.

Diversas investigaciones confirman que los niños desde muy pequeños son capaces de leer, comprender e incluso manipular las emociones de las personas que les rodean, sobre todo las de los adultos. 


Entonces, ¿qué ocurre posteriormente? 

Que desarrollamos el sistema cognitivo, la zona del cerebro relacionada con las matemáticas, la lengua, etc... y sin embargo, no desarrollamos el sistema límbico, la zona del cerebro relacionada con las emociones. 

Este aprendizaje se debería realizar en la familia y en el colegio, enseñando a resolver los conflictos de la forma adecuada desde pequeños. 

Y aquí es donde "con la iglesia hemos topado querido Sancho" que diría nuestro afamado hidalgo Don Quijote.

Como consecuencia, es frecuente encontrar a muchos adultos incapaces de relacionarse adecuadamente, porque no han aprendido a relacionarse consigo mismos y con otras personas de una forma asertiva. 

Estos adultos tenderán a culpabilizar a los demás de sus errores, fracasos y frustraciones, evitando el autoconocimiento y la responsabilidad de sus actos. Y con la sociedad hedonista en la que nos encontramos, donde el "yo" y el "ahora" es lo más trascendental, tenemos el caldo de cultivo idóneo para eximirnos de cualquier responsabilidad.

¿En qué se basa el aprendizaje emocional?

El aprendizaje emocional se basa en 5 puntos:

1. Empatía: ser capaces de reconocer, aceptar y comprender las emociones ajenas sabiendo ponerse en el lugar del otro y aceptando a los demás tal cómo son.

2. Habilidades sociales: gestionar las emociones de forma asertiva para lograr lo mejor de cada uno. Una persona que tiene entrenadas las habilidades sociales, será capaz de actuar como mediador en los conflictos interpersonales, de asumir el liderazgo de los grupos y de dar apoyo emocional a quién lo precise.

3. Autoconciencia: aprender a reconocer las emociones, es decir, saber diferenciar la tristeza de la depresión, la ansiedad del abatimiento... y sobre todo, ser capaces de explicar su origen y por qué y cuándo se suscitan.

4. Autocontrol: aprender a gestionar las emociones negativas, es decir, controlar la ira, la irritabilidad, liberarse de la depresión...

5. Automotivación: aprender a plantearse objetivos, así como favorecer emociones positivas que faciliten la consecución de los mismos.

¿Para qué sirve la inteligencia emocional?

Sin Inteligencia Emocional no se está capacitado para dirigir equipos y/o vender
de la forma en que hoy es necesario. 

Quienes ocupen estos puestos, deberán asumir su déficit e iniciar el cambio, o tendrán que dejar el puesto a otra persona más inteligente emocionalmente.

La Inteligencia emocional sirve para aceptarnos y aceptar a los demás. Es el aceite que suaviza las relaciones interpersonales, haciéndonos expresar las emociones de la forma adecuada ante cualquier eventualidad o conflicto.

• En el ámbito profesional, es esencial para crear un buen clima laboral y que las relaciones fluyan en buena dirección. Sin ella, es difícil que haya motivación, eficiencia y productividad durante mucho tiempo.

• En el ámbito personal, si bien cada uno es libre de autodestruirse como más le guste, nadie es libre para dañar a los demás. 

Sin ella, no existen las relaciones sanas y cordiales.

Es un aprendizaje que merece la pena.

Fuente:Francisco Helguera