La jubilación debe ser cosa de cada uno.
Es decir, el ahorro para
nuestro retiro del mundo laboral no debería estar en manos de la
dirigencia política
Por Roberto Cachanosky.
Si bien hoy en día es políticamente incorrecto hablar de la jubilación privada, tengo bien en claro que la mayor estafa que el populismo le ha hecho a la gente es la jubilación estatal. En nombre de la solidaridad social, el sistema de reparto ha sometido a generaciones de trabajadores a que terminen sus días de jubilados como verdaderos mendigos.
Si bien hoy en día es políticamente incorrecto hablar de la jubilación privada, tengo bien en claro que la mayor estafa que el populismo le ha hecho a la gente es la jubilación estatal. En nombre de la solidaridad social, el sistema de reparto ha sometido a generaciones de trabajadores a que terminen sus días de jubilados como verdaderos mendigos.
Es común ver como muchos jubilados caen en el error de decir que los
estafaron porque los aportes que hicieron durante años se los robaron
dado que cobran jubilaciones muy magras. La realidad que tanto los
llamados aportes al sistema previsional que hacen los que están en
actividad así como las contribuciones que realizan las empresas por cada
trabajador son simples impuestos. En efecto, no es el aporte del
trabajador y la contribución patronal de la empresa un ahorro destinado a
cubrir la vejez del actual trabajador. Es solo un impuesto que se
aplica para financiar el pago de los haberes de los actuales jubilados.
Dicho en otras palabras, los actuales jubilados tienen su jubilación de
los impuestos que pagan los trabajadores que actualmente están en
actividad así como de las contribuciones patronales. En un sistema de
reparto no hay tal cosa como un ahorro para cuando uno se jubila. Solo
hay impuestos que se cobran sobre la nómina salarial para mantener a los
actuales jubilados. Y, los que hoy estamos en actividad, el día que nos
jubilemos recibiremos los mendrugos del estado benefactor por los
impuestos que pagarán los que estén en actividad en ese momento.
Resalto, en un sistema de reparto no hay ahorro. Nadie puede reclamar
por sus aportes porque esos aportes fueron solo impuestos para sostener a
los jubilados del pasado.
Matemáticamente el sistema de reparto estatal es inviable porque:
1) al
aumentar la esperanza de vida hay cada vez menos trabajadores en
actividad para sostener por cada jubilado.
2) la alta carga tributaria
sobre la nominal salarial más la disparatada legislación laboral hace
que mucha gente prefiera trabajar en negro en el caso argentino y, por
lo tanto, el trabajo en negro no paga impuestos para sostener a los
actuales jubilados.
3) en el caso argentino hay que agregar que hoy en
día, fruto del populismo, mucha gente vive de un subsidio “social” y
por lo tanto no aporta para que los jubilados puedan mejorar sus
ingresos.
4) la tasa de desocupación es tan alta que se reduce aún más
la relación cantidad de trabajadores en actividad por cada jubilado.
5)
el populismo ha destruido de tal manera la productividad de la economía
que los salarios reales son bajos.
Como las jubilaciones son un
porcentaje de los impuestos que se cobran sobre salarios reales bajos,
inevitablemente los jubilados tienen jubilaciones de hambre.
Los que hoy dependen del sistema de reparto estatal como los que nos
jubilemos en el futuro no podemos esperar nada del estado salvo miseria.
Y esto es culpa de la misma gente que ha votada estatismo y rechazada
la libertad.
La gran mayoría de la dirigencia política y buena parte de la
población aplaudió cuando literalmente nos robaron los ahorros que
teníamos en las AFJP, sistema que tampoco comparto en la forma en que
fue implementado en Argentina, pero al menos es menos malo que la estafa
que es el actual sistema de reparto.
La jubilación debe ser cosa de cada uno. Es decir, el ahorro para
nuestro retiro del mundo laboral no debería estar en manos de la
dirigencia política que ha demostrado ser lo suficientemente incapaz y
estafadora como para saber de antemano que nos condenará a la miseria el
día que nos retiremos.
Más de un dirigente político, suponiéndose un ser superior al resto,
argumentará que si no se obliga a la gente a aportar cuando llegue el
momento de jubilarse no tendrá ahorros porque no todos son previsores.
En consecuencia, para que no vivan en la miseria en el futuro hay que
obligar a la gente a aportar a un sistema de reparto. A la vista de
todos están los resultados de lo previsores que fueron los que se creían
seres superiores. Una gran masa de jubilados viviendo con la mínima que
no alcanza para nada.
Nuestros abuelos y bisabuelos ahorraron sin que nadie les dijera cómo
tenían que hacerlo. Muchos de ellos ahorraron comprando propiedades para
vivir de los alquileres cuando se retiraran. Esto funcionó hasta que
llegó Perón y estafó a los jubilados con la ley de alquileres.
Las AFJP, a pesar de ser un sistema ampliamente mejor que el de la
jubilación de reparto, tenían errores como altas comisiones para comprar
bonos del estado, con lo cual pagábamos una comisión por tener riesgo
estatal. Negocio chino. Además no había competencia con aseguradoras del
exterior.
En Chile mataron el sistema de reparto y funciona el sistema de
capitalización en las AFP, donde cada persona tiene individualizados sus
ahorros. Esos ahorros perteneces a cada persona con nombre y apellido a
diferencia del sistema de reparto.
Para que tengamos una idea del destrozo que se hizo en Argentina con
los ahorros, el Fondo de Garantía de Sustentabilidad, que no es otra
cosa que el título que el kirchnerismo le puso al robo de nuestros
ahorros en las AJFP, maneja unos U$S 30.000 millones, en tanto que las
AFP chilenas administran U$S 150.000 millones. Es ahorro de largo plazo
que puede financiar hipotecas para que los jóvenes puedan comprar su
primera vivienda sin necesidad de recurrir al denigrante curro del plan
PROCREAR por el cual el estado decide a quién le otorga un crédito para
construir su casa.
El ahorro de largo plazo, como es el caso del ahorro individual para
las jubilaciones, constituye un formidable mecanismo de financiamiento
de créditos hipotecarios a tasas muy bajas o de inversiones en el sector
productivo. Incluso si el que ahorra para su jubilación lo hace en
forma de propiedades, genera un círculo virtuoso de ahorro y crecimiento
económico. Mueve la actividad de la construcción y aumenta la oferta de
propiedades en alquiler con lo cual es más fácil acceder a una
vivienda, por ejemplo para las jóvenes parejas actuales porque aumenta
la oferta de propiedades en alquiler.
En síntesis, soy consciente de que criticar la jubilación de reparto
estatal y defender la privada es políticamente incorrecto, pero me niego
a aceptar que por decir lo políticamente correcto se siga estafando a
generaciones de gente que al llegar el momento de su retiro advierte que
los políticos, usando el estado, lo estafaron sin piedad dejándolo en
la miseria más absoluta.
Recapacitemos para que las futuras generaciones no tengan que padecer
el abandono al que el “estado benefactor” ha dejado a los actuales
jubilados.
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