Uno de los grandes males de la pequeña y mediana empresa (pyme) es la incapacidad de sus dirigentes de ir más allá del día a día, es decir, de pensar a largo plazo por lo tanto de planificar estratégicamente. Esta problema suele coartar sus posibilidades de crecimiento y en ocasiones llevarla a la disolución. Evidentemente el ser humano no es como una empresa, pero demuestra las mismas carencias en determinados aspectos y su capacidad para planificar el futuro en el largo plazo es una de ellas. Algo lógico, dado que "nuestra evolución nos ha preparado para lidiar con hechos inmediatos. En la intemperie, donde nuestra especie ha estado cientos de miles de años, se sobrevivía estimando consecuencias inmediatas y poco sutiles: si vienes el tigre, corre, si haces una lanza, comerás carne. Así que pensar estratégicamente es antinatural, porque hay que tener en cuenta el largo plazo", expone el blog Estratega.com.
Unos cuantos siglos de
civilización han servido para acallar en parte ese instinto de inmediatez y
desarrollar la parte más analítica, que es precisamente la que distingue al
hombre de los animales. Sin embargo, en muchos ámbitos seguimos sin ser todo lo
previsores que deberíamos y la planificación de nuestra jubilación es una de
ellas. Al igual que en la mayoría de países del Viejo Continente, nos hemos
acostumbrado a depender del Estado en muchos apartados de nuestras vida y el de
la manutención tras la jubilación es una de ellas. Pero con apenas plantearse
dos preguntas es fácil ver la necesidad de planificar la vida más allá del
trabajo y tomar cartas en el asunto:
1- Vivimos más y
gastamos más
En la página web The
Montley Fool lo explican de la siguiente forma: "esta no es
la jubilación de tus padres". Por muy directo que pueda parecer es
totalmente cierto. La esperanza de vida está aumentando a un ritmo vertiginoso.
De hecho, la media se encuentra en tono a los 80 años, dos más que en 1995, lo
que sirve para hacerse una idea de hasta qué punto disponemos de más tiempo
tras la jubilación. Pero no sólo se trata de un tema disponibilidad temporal,
sino de toda una revolución socio demográfica. Y es que no sólo vivimos más, sino que
lo hacemos en mejores condiciones desde un punto de vista estrictamente físico.
Estas mejoras en la
salud y las expectativas de vida conllevan a un aumento de la actividad y
un estilo de vida totalmente diferente al de hace tan solo una década que,
evidentemente, hay también es más caro. De esta forma, si antes raro era el
caso de quien gastaba todo lo ahorrado para la jubilación, ahora ocurre más
bien lo contrario. Además, el continuo aumento del precio de la vida no juega
precisamente a favor de un cambio en esta tendencia. Por eso, es necesario
lograr más dinero para afrontar con garantías la jubilación.
2- Una batalla en
solitario
Los ciudadanos europeos
tienden a pensar que si todo falla, siempre podrán recurrir al Estado, pero no
hay que estar tan seguro. Evidentemente, la Seguridad
Social
seguirá siendo un bastión en lo que a pensiones de jubilación se refiere, pero
¿hasta cuándo y dónde? España es uno de los países con menores índices de
natalidad, lo que hace que su población envejezca más rápido que en otros
países vecinos. La traducción de este fenómeno en materia de jubilación es que
cada vez menos contribuyentes tendrán que pagar las pensiones de más jubilados
y en teoría llegará un punto crítico donde el sistema no se sostenga por sí
mismo (de hecho, el Gobierno ya ofrece beneficios fiscales a quienes alarguen
su vida laboral más allá de los 65 años). Todavía estamos lejos de ese momento
y difícilmente llegaremos un punto en el que el Estado deje de pagar. El
problema será más bien la cuantía de esas pensiones, que posiblemente no sirva
para cubrir el coste de la vida.
Algunos pocos
afortunados también cuentan con un plan de pensiones en su empresa que
sirve como complemente al de la Seguridad Social. Sin embargo, el aumento de la
movilidad en materia laboral hace que este tipo de herramientas pierdan parte
de su valor, ya que hoy en día raro es el trabajador que permanece suficiente
tiempo en una misma compañía como para que estas gratificaciones sean significativas.
Así las cosas, el gran
bastión para cualquier persona deben ser sus propios ahorros. Por
fortuna, y a diferencia de los dos puntos anteriores, es posible ejercer un
control total sobre este activo, que debe ser la pieza principal para
asegurarse una jubilación digna.
3- Mejor 'mover' el
dinero
La capacidad de ahorro
de cada persona será la que determine en buena medida el tipo de jubilación que
obtendrá, pero existen otras variantes. La cantidad es importante, pero todavía
lo es más que ese dinero esté en movimiento, es decir, obtener un rendimiento
del mismo. Muchos ahorradores piensan que con la contratación de un plan de
pensiones ya han resuelto su jubilación, pero esto sólo es una verdad a medias.
Conviene hacer un seguimiento detallado y sobre todo activo de ese capital. No
hay por qué 'dejar todos los huevos en una misma cesta' durante un tiempo
indefinido. Existen multitud de opciones que el gran público desconoce
simplemente porque no se ha molestado en informarse en su entidad bancaria habitual.
4- Nunca es pronto,
pero tampoco tarde
Uno de las grandes
incógnitas que abordan a cualquier ahorrador es cuándo empezar a planificar su
jubilación. Lo ideal según los expertos es hacerlo entre 20 y 25 años antes
del retiro. Sin embargo, hay que tener en cuenta una máxima: cuanto mayor
sea el plazo de inversión mayor será rentabilidad. Según datos de un estudio
realizado por TNS para la gestora de fondos Fidelity, sólo un 20% de los menores de 35 años ha comenzado a
prepara la jubilación. En general, los españoles son poco dados a
planificar su retiro (apenas un 37% lo hace) y por lo tanto pierden parte de la
ventaja de estas 'inversiones' a largo plazo. Sin embargo, hay que recalcar que
nunca es tarde para ahorrar. Sólo habrá que seguir una estrategia distinta y
posiblemente más agresiva.
5- Diversificar y
definir la estrategia
Muchas personas ven la
planificación de su retiro como una inversión en una sola dirección: plan de
pensiones, cuando la realidad es mucho más amplia. Existen multitud de
vehículos de ahorro en función del perfil, plazos y objetivos de cada persona.
El error más común suele ser apostar por un plan de pensiones demasiado
conservador o demasiado agresivo. En este contexto, siempre y cuando exista
suficiente margen temporal, lo ideal es crear una estrategia equilibrado donde
la inversión esté suficientemente diversificada (bonos, acciones, letras...).
En líneas generales, es
más sencillo rentabilizar una inversión a tan largo plazo, al igual que en
estos periodos la Bolsa es lo más rentable en términos estadísticos. Según el
libro Stocks for the Long Run ('Acciones para el largo plazo'
traducido al castellano) los títulos de bolsa superan en un 80% de las veces a
los bonos por una diferencia del 90% en periodos de 10 años, margen que aumenta
al 100% cuando se sube hasta las tres décadas. Lo bueno de invertir muy a largo
plazo es que permite recuperarse de posibles errores y asumir una estrategia
algo más agresiva con un menor riesgo.
Normalmente cuanto más
cercana está la edad de jubilación más conveniente es reducir el riesgo,
asumiendo, claro está, que se haya comenzado a ahorrar con tiempo. En caso
contrario habrá que plantearse si conviene apostar fuerte para asegurarse un
retiro algo mejor o contentarse con una rentabilidad más modesta y un retiro
algo más apurado.
6- Ventajas fiscales
La inversión y ahorros
para la jubilación se relacionan siempre con un dinero que no se puede o debe
tocar (en la mayoría de casos existen penalizaciones por reembolso anticipado),
pero también se trata de inversiones de las que se puede sacar provecho
anualmente a través de las ventajas fiscales que llevan aparejadas. Consciente
de que no siempre podrá mantener el nivel de vida de los jubilados, desde el
propio Gobierno se incentiva el ahorro para la jubilación. Los planes de
pensiones son el mejor ejemplo, ya que las aportaciones a los mismos son
deducibles (siempre dentro de unos límites) y, de hecho, son uno de los
vehículos más utilizados por los españoles para rebajar su factura fiscal.
En cualquier caso,
conviene no tomar a la ligera el ahorro/inversión para la jubilación, ante el
que cabe un último consejo: ser avaricioso. Todo euro ganado servirá para
evitar sobresaltos después de una vida de trabajo.
Autor. José Trecet.
Analista financiero de Financialred.com
Foto
jesús romero
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